Ciencia para impacientes

viernes, marzo 28, 2008

Claroscuros en la lucha contra el SIDA

[Texto publicado en el diario La Rioja con fecha 13 de Marzo de 2008]

Los últimos tiempos no han traído buenas noticias en lo que a la lucha contra el SIDA se refiere. Un reciente estudio del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas estadounidense ha puesto de manifiesto la dificultad de eliminar completamente el virus que causa la enfermedad, el VIH, del cuerpo de los pacientes infectados. Tras varios años de tratamiento con los potentes fármacos que atacan al VIH, los retrovirales, los pacientes no muestran señales del virus en su plasma sanguíneo pero siguen reteniendo pequeñas pero significantes cantidades en varios de sus tejidos, especialmente en los que rodean la pared intestinal. Lo que quiere decir que, con los fármacos actuales, los seropositivos que sigan una medicación adecuada no desarrollarán la enfermedad pero no pueden abandonar su tratamiento.
Por otra parte, sigue sin llegar la ansiada vacuna contra este temido síndrome. Los años pasan y a pesar del tremendo esfuerzo realizado, solo en EE.UU. se invierten cada año 600 millones de dólares, los frutos no son los deseados. Por ejemplo, el pasado septiembre la compañía farmacéutica Merck tuvo que suspender los ensayos clínicos de lo que había sido una prometedora posibilidad ya que los resultados obtenidos revelaron que no estaba ofreciendo protección contra el VIH. En la actualidad se están realizando los ensayos clínicos de al menos otras treinta potenciales vacunas pero los científicos han perdido el optimismo que mostraban en los años noventa. Así lo expresó la semana pasada el premio Nobel en Medicina David Baltimore en un discurso de la reunión anual de la prestigiosa Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS), donde dijo: "hemos tratado de encontrar una vacuna contra el VIH desde que el virus se descubrió pero ahora no estamos más cerca de encontrar esa vacuna de lo que lo estábamos entonces".

Existen varios factores que hacen de la vacuna contra el VIH un reto particularmente dificultoso. El principal hay que buscarlo en la propia naturaleza del virus, que tiene una extraordinaria capacidad para mutar cambiando su forma. Una habilidad que le ayuda a confundir a las defensas del organismo humano, y de ahí su peligrosidad, e impide el desarrollo de vacunas que utilizen partes reconocibles del virus para preparar al sistema inmunológico de cara a futuras infecciones.


Ante la decepción que puedan causar estas últimas noticias, es necesario recordar que la historia de la investigación contra el SIDA ha tenido más éxitos que fracasos. Desde que en 1981 se describió por primera vez esta enfermedad que ataca el sistema inmunológico dejándolo expuesto a otras infecciones, los avances se han ido sucediendo rapidamente. El agente patógeno que la produce, el VIH, se descubrió en 1983 y tan solo cuatro años después ya se había aprobado el primer fármaco para su tratamiento, el AZT. Lo que hace veinticinco años era una sentencia de muerte hoy, gracias al desarrollo y uso combinado de diversos retrovirales, se ha convertido en una enfermedad crónica que, de seguir un tratamiento adecuado, permite una vida practicamente normal. Y algo parecido puede decirse de su prevención. Es cierto que hasta ahora no ha sido posible desarrollar una vacuna pero desde hace años se conocen las causas de contagio -transmisión sexual, a través de sangre y desde una mujer embarazada a su hijo- y las campañas de información y educación sexual han demostrado ser la mejor arma para controlar la amenaza de su propagación.

En realidad, las peores noticias sobre el SIDA hay que seguir buscándolas en el tercer mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 95 por ciento de los 33’2 millones de personas infectadas actualmente por el VIH viven en países en vías de desarrollo. Y el panorama es particularmente dramático en el África subsahariana. Con apenas una décima parte de la población mundial, sufre nueve de cada diez nuevos casos de infección del VIH y un 83 por ciento de las muertes por SIDA; trágicos datos que son una losa que pesa sobre el futuro de unos países ya de por sí empobrecidos. Conocemos la solución: prevención (educación sexual), análisis para detectar a tiempo a los infectados y tratamiento médico adecuado. ¿Cómo conseguir que llegen allí donde se los necesita?


David Sucunza

Categoría: Medicina, Noticias, Ciencia